Visión del arte
1. Elija una obra que lo/la represente, descríbala haciendo referencia a su formato y materialidad, su relación con el tiempo y el espacio, su estilo y su temática; detalle su proceso de producción
En el 2002 realicé una muestra llamada Homo Ludens. Consistía en una mesa de
billar modificada, cuya superficie y perímetro de juego reproducía las
formas y los colores de una pintura concreta de marco irregular de Lozza,
bolas, tacos, y dos sillas de bar; y una serie de dibujos que se constituían
en la “moneda” a ser jugada en la mesa. Se propiciaba una economía paralela
ilegal (no excluyente) a la de la galería: cualquier participante podía
jugar contra mí u Orly Benzacar dinero, bienes o servicios contra mis
dibujos. El acto de jugar también generaba una serie infinita de cuadros
concretos posibles dibujados por los recorridos de las bolas, desdibujando
la frontera entre artista y participante. Y el espacio de la galería se
constituyó varias veces en un ámbito social de un orden que excedía lo
contemplativo durante la exhibición-actividad. Dado que la obra debía
mantener la función de un objeto preexistente (una mesa de billar); y que
esa función es de extrema precisión, tuve que encontrar y coordinar una serie
de profesionales relativamente insólitos: marmolistas, billarderos,
tintoreros, etc.
2. En líneas generales, ¿cuál sería la forma en que sugeriría leer su obra?
Mi producción se divide en tres campos que se intersectan: mi obra como
artista plástico, mi obra fílmica, que es un espacio de colaboración; y mi
escritura. Me referiré a la primera.
Idealmente mi trabajo debería por medios perceptivos proponerle al
espectador-participante un modo (en el sentido concreto al experienciar la
obra), y/o un modelo (en el sentido abstracto en el que esa experiencia
opera sobre el todo de la vida) posible de existencia, algo que literalmente
lo mueva (fisicamente alrededor de cuadros u objetos, y emocionalmente). Hay
aspectos de la obra que funcionan en relación a la situación en la que será
mostrada o distribuída (pero es casi una precondición que haya otros
aspectos de la obra que trasciendan la especificidad del contexto o el modo
de distribución): un contrato a un profesional por 500 pesos en un premio en
el que se reparten 30.000; una economía ilegal por sobre la economía
incierta de las transacciones del mercado del arte.
Hay siempre en la producción un espesor semántico y analítico vinculado a lo
histórico. A menudo mis obras son, también, reflexiones sobre otras obras
preexistentes. La pirámide social toma como punto de partida La Familia
Obrera, vista desde la pauperización neoliberal de la clase media; en la
mesa apunto a resaltar el aspecto lúdico del concretismo y el Madi.
Por último, un viejo tic modernista, aspiro a que el discurso en torno a mi
obra este primariamente regido por mi propio discurso.
3. En relación a su obra y su posición en el campo artístico nacional e internacional, ¿en qué tradición se reconoce? ¿Cuáles serían sus referentes contemporáneos? ¿Qué artistas le interesan de las generaciones anteriores y posteriores?
No me reconozco en una tradición sino en varias, y en última década he
profundizado en las tradiciones carioca y neoyorquina. Tomo como referentes
básicos de esas tradiciones a Helio Oiticica y a Dan Graham. Dos de los
consejos recurrentes del maestro de mi adolescencia tardía, Bobby Aizenberg,
me sirven casi a diario: tender a solucionar los problemas mas por
substracción que por agregación; escuchar a la obra mas que a uno mismo y a
terceros, evitando interferencias.
Como artista argentino me interesa en particular la posibilidad enunciativa
literaria y ficcional que atraviesa nuestra historia del arte: Xul
inventando un lenguaje y un juego cuyas reglas cambiaban continuamente, o
modificando de acuerdo a correspondencias sonido-color un piano que no
sonaba; los Madis ficcionando una serie de artistas inexistentes -con
retratos para catálogo incluido- mezclandolos con los existentes,
presentandolos junto a sus obras en Paris en la muestra Realites Nouvelles;
Jacoby, Escari y Costa llevando a la practica su manifesto generando fotos y
prensa de un happening que no sucedió; la Ciudad Hidroepacial como máquina
del ars combinatoria a la Raimundo Lulio, con matices psicoanalíticos, una
polis en la que se pueden proyectar infinitas culturas potenciales y
subjetividades paralelas; Greco escribiendo The End en la palma de su mano
al suicidarse, convirtiendo su vida en una película; el Nemebiax de Fabio
Kacero listando un universo nuevo de palabras que no se molesta en definir;
una revista de arte sin imágenes, que presupone o bien que su comunidad
tiene exactamente la misma experiencia visual presente siempre en su
memoria, o que el discurso en torno a lo visual tiene un interés suficiente
como para autonomizarse (o combinaciones graduales de ambas posibilidades).
4. Pensando en los últimos diez o quince años elija obras o muestras a su criterio fuertemente significativas de otros artistas de Argentina y explique por qué.
Fabio Kacero osciló entre el universo formal y el conceptual con fluidez
admirable. La obra de Guillermo Iuso narra, entropizando a la literatura y
la pintura, el fresco dantesco de la descomposición de un modelo de pais en
otro, y se asoma a la subjetividad de “lo argentino” con desenfreno. La obra
de Pablo Siquier fué y es un modelo para armar -por defecto o por exceso-
una práctica a caballo entre la modernidad y su mas allá. Tanto Res como
Julio Grinblatt nos recuerdan, de maneras diferentes, que la fotografía nos
permite pensar mucho mas allá de la imagen, y que es una disciplina
meta-disciplinaria por excelencia.
La exhibición mas memorable del último qiunquenio quizás haya sido Dark
Room, que cuestionó las ideas de autoría, espectador, linealidad del tiempo,
y exhibición misma; y manejó una carga siniestra que resonó con lo mas
oscuro de la historia política y social argentina en forma perfectamente
indirecta y efectiva. Finalmente hay recursos institucionales para realizar
retrospectivas y catálogos que permitan evaluar en alguna versión a artistas
fundamentales: Aizenberg, Grippo, Federico Manuel Peralta Ramos, Ferrari,
Kuitca. Esas muestras son significativas por definición.
5. ¿Cuáles son los agrupamientos o tendencias que percibe en el arte argentino de los últimos diez o quince años a partir de elementos comunes?
En principio no creo que agrupar el arte argentino contemporaneo por
tendencias sea muy productivo. Es mas bien legible como un conjunto de
excepciones. Dentro de mi generación reconozco con nitidez el grupo
formalista que operó como tal en la primer mitad de la década pasada, y en
los desarrollos dentro de los últimos años veo via Ballesteros una salida
hacia el azar y lo gestual, via Siquier y Hasper una salida al muro y al
espacio, y via Kacero una salida hacia el lenguaje y la performance. Fabián
Burgos pinta cada día mejor y no parece tener por que salir hacia ningún
lado. Y la aristocracia objetual de Lucio Dorr es una adición tardía y
sofisticada.
Artistas de otros aglutinamientos tambien pretéritos de naturaleza mas
discursiva, estratégica o personal, como la del Rojas, o el grupo
Harte-Pombo-Suarez están siguiendo caminos individuales con diversa fortuna.
De hecho la mayoría de mi generación ha planteado caminos individuales y la
mayoría de los agrupamientos han sido, de cierta manera, forzados por las
circunstancias. En la heterogeneidad actual me cuesta mas aun recortar
tendencias. Rescato que muchos artistas decidan ser abiertamente políticos,
y con buenos resultados, algo que en 1990 o en 1995 no registraba en los
discursos dominantes tanto centrales como alternativos.